Título en castellano: El club de la lucha.
Año: 1999
País: Estados Unidos
Dirección: David Fincher
Guion: Jim Uhls (Adapta la novela de Chuck Palahniuk)
Reparto: Edward Norton (narrador), Brad Pitt (Tyler Durden) Helena Bonham Carter (Marla Singer)
Vista en: Doblada al castellano.
Breve Sinopsis (Extraída de la web www.filmaffinity.com): Un joven sin ilusiones lucha contra su insomnio, consecuencia quizás de su hastío por su gris y rutinaria vida. En un viaje en avión conoce a Tyler Durden, un carismático vendedor de jabón que sostiene una filosofía muy particular: el perfeccionismo es cosa de gentes débiles; en cambio, la autodestrucción es lo único que hace que realmente la vida merezca la pena. Ambos deciden entonces formar un club secreto de lucha donde descargar sus frustaciones y su ira que tendrá un éxito arrollador.
Crítica: Película de culto que marcó no solo a toda una generación, también a la mía, que venía detrás, que veía como le imponían un sistema educativo que era una puta mierda, que veía como la generación que le precedía era mucho más insolente y mimada que la suya, que conseguía todo con gritos y llantos y que estaba sobreprotegida por los padres, que preferían regalarles un móvil o una consola a sus hijos antes que jugar con ellos, una generación sin moral ni respeto hacia los mayores. Pero no todo termina aquí, mi generación también veía como a la que antecedían era la última que iba a salir hacia delante, no sin dificultad, ya que más de la mitad se fueron a la mierda cuando se desmoronó en sistema financiero, lo que hace que, como dice Tyler, "estemos muy cabreados". Con este percal, en el que todo o casi todo invita a la autodestrucción, es imposible no sentir cierta atracción hacia esta cinta, que adapta una novela del polémico escritor norteamericano Palahniuk, cuyos relatos, os aseguro, no son aptos para todo el mundo. Está claro que hay que ver la película y analizarla como un canto a la autodestrucción, como una crítica al sistema financiero, al consumismo, al borreguismo, y a la sociedad, llena de odio y mentiras, y hay que tener muy claro que la historia es una trama de ficción pura y dura (en Europa no lo sé, pero en Estados Unidos fijo que ha habido más de uno que ha querido ser o se ha creído Tyler Durden, lo cual no es bueno, sobre todo si es un perturbado el que se lo imagina). Tal vez el éxito o la fascinación que se siente por esta cinta radica en esas críticas y en los mensajes que ofrecen, en el poder de atracción de Durden (es muy difícil no afirmar que tiene razón cuando habla, haciéndonos a nosotros reflexionar y autocriticarnos sobre lo que somos, lo que hacemos y lo que compramos) y en el guion, lleno de frases memorables que pasarán a la historia del cine. ("Todo saldrá bien. Me has conocido en un momento extraño de mi vida." "Veo mucho potencial, pero está desperdiciado. Toda una generación trabajando en gasolineras, sirviendo mesas o siendo esclavos oficinistas. La publicidad nos hace desear coches y ropas, tenemos empleos que odiamos para comprar mierdas que no necesitamos. Somos los hijos malditos de la historia, desarraigados y sin objetivos. No hemos sufrido una gran guerra, ni una depresión, nuestra guerra es la guerra espiritual, nuestra Gran depresión, es nuestra vida. Crecimos con la televisión que nos hizo creer que algún día seríamos millonarios, dioses del cine o estrellas del rock, pero no lo seremos, y poco a poco lo entendemos, lo que hace que estemos muy cabreados." "Sentía ganas de meterle una bala entre los ojos a cualquiera que se negara a follar para salvar su especie. Quería abrir las válvulas de descarga rápida de todos los petroleros y cubrir de crudo todas esas magníficas playas que yo jamás conocería. Quería respirar humo." "Y entonces ocurrió algo. Me solté, me sumí en el olvido, oscuro, silencioso y completo. Encontré la libertad. Al perder la esperanza hallé la libertad.") No obstante la trama, que empieza prometiendo, se torna muy turbia y algo compleja cuando se mete el terrorismo de por medio, haciendo perder la aparente credibilidad que la ficción puede llegar a ofrecer, aunque estos actos hay que tomárselos como una metáfora, en la que se nos invita a juzgar hasta donde son capaces de llegar las personas cuando se les enseña y se les impone unas ideas que se le venden como verdaderas y fascinantes. Ofrece una ficción muy atractiva, con mucho ritmo y que entretiene bastante. Invita a reflexionar, saca a relucir el lado más oscuro y misántropo que todo humano puede poseer y termina con un temazo de los Pixies. Tal vez no todo el mundo la entienda o no la interprete de la manera adecuada, o al menos de la manera a lo que yo he interpretado este notable ejercicio cinematográfico.
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