sábado, 23 de febrero de 2013

Crítica de: El muerto y ser feliz

Breve ficha:

Título original: El muerto y ser feliz

Título en castellano:  El muerto y ser feliz

Año: 2012


País: España

Dirección: Javier Rebollo

Guion: Javier Rebollo, Lola Mayo, Salvador Roselli

Reparto: José Sacristán (Santos) Eoxana Blanco (Erika)

Vista en: Versión original.


Breve Sinopsis (Extraída de la web www.filmaffinity.com): Cuando un asesino a sueldo español, ingresado en un hospital de Buenos Aires, se da cuenta de que está a punto de morir, se escapa y se dirige al norte atravesando todo el país. Huye por carreteras secundarias en una especie de tranquila peregrinación que tiene algo que ver con una moderna novela de caballerías. Una mujer que ha encontrado en la carretera será su escudero en este continuo avanzar huyendo de la muerte y corriendo, al mismo tiempo, hacia ella.

Crítica: Batacazo en toda regla. Salvo la fotografía y los movimientos de cámara, que son hermosos y realmente bellos, el resto pasa desapercibido. La película se apoya en una voz en off-omnisciente que no te permite navegar por la película cómodo, intentando descifrar el enigma que envuelve a la cinta, ya que te lleva en volandas a donde quiere y por donde quiere el director, llega a agobiar y a cansar tanta voz, describiendo lo que estamos viendo y violando la intimidad de los personajes, ya que nos adentra en su cabeza, restando mérito a lo que el espectador quiere interpretar o cree interpretar. No obstante, el poco ritmo que tiene la cinta se sostiene gracias a ella, su ausencia haría de "El muerto y ser feliz" un ladrillo de dimensiones bíblicas, ya que abundan planos tan largos como las carreteras secundarias argentinas. Sacristán se ha llevado mil premios por esta interpretación, pero ¿Realmente es para tanto? Ojo, es el protagonista y el verdadero artífice del éxito del film, porque si ha funcionado el boca-oído para que la gente vea la película ha sido gracias a él, que se mueve delante de la cámara como pez en el agua, brindándonos una gran lección de interpretación, pero gran, no magistral, me gustó muchísimo más en "Madrid 1987". El guion hace aguas por todos lados, no te deja las cosas claras, no marca un camino a seguir, no te plantea ningún conflicto que realmente implique a los personajes en buscar la solución, y si lo tiene yo no lo conseguí ver, no todos los espectadores estamos hechos de la misma materia. Flojita, muy flojita.

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